Según nos indican las viejas crónicas,
recogidas en un documento de la Escribanía Mayor de Rentas, de 26 de agosto de
1.775, podemos conocer al detalle los Gremios existentes en la Villa y Corte en
el s. XVIII y que estuvieron muy relacionados con la cultura tradicional y
siempre prestos y dispuestos a organizar y participar en las fiestas o festejos
de carácter popular.
En 1.788 y por medio de una Real Cédula del
12 de febrero, se concedió exención tributaria a los Gremios menores de
Madrid y en otra del 18 de marzo de
1.783, el rey Carlos III, reivindicaba varios oficios sobre los que recaía un
criterio absurdo considerándolos desde hacía siglos como oficios viles. -Así
por ejemplo en el año 1.510, durante la regencia del Cardenal Cisneros, se
ordenó que las fraguas se situaran en las afueras. Más tarde, en tiempos de
Felipe II, los curtidores fueron alejados del centro por causa de los olores
molestos que llegaban al Alcazar y fueron situados en lo que es hoy la calle
Ribera de Curtidores -
En dicha fecha de 1.783, el rey los declaraba
honestos y honrados diciendo: "...su uso no envilece a la familia ni a las
personas que lo ejercen, ni los inhabilita para obtener empleos municipales..."
Entre estos oficios viles se encontraban los
zapateros, los herreros, los curtidores...
Un insigne hispanista, el norteamericano
Mr.Kany, escribió en su día lo siguiente:
"Un zapatero viejo, no podía
fabricar zapatos nuevos ni siquiera para sus hijos. Un herrero de grueso, no tenía permiso para
hacer una llave. A un sastre remendón, no se le permitía confeccionar un traje nuevo..."
Sumaban un total de 68 gremios, muchos de los
cuales fabricaban ellos mismos los productos con arreglo a técnicas y artes
transmitidas de padres a hijos.
Los Gremios, quedaron abolidos en 1.843, en
tiempos de la reina Isabel II, por un concepto liberal en la realización de los
trabajos artesanos.
Varios de estos oficios dieron nombre a la
calle en donde estaban asentados, algunos de los cuales aún perduran en la
actualidad, si bien otros muchos han desaparecido o han cambiado de nombre.
Ya hemos dicho, que todos los artesanos de un
mismo oficio, estaban agrupados en gremios a los que estaban obligados a
pertenecer, con el fin de controlar la producción y evitar competencias
ilícitas y conseguir también mejores precios en las materias primas.
Ejercían su profesión en talleres o tiendas
en las plantas bajas de sus viviendas.
Estaban también agrupados en cofradías,
asociaciones de carácter religioso o benéfico, con una bandera que las
identificaba. Cada una de las ellas tenía su Santo Patrón y protector, al que
celebraban con todo esplendor el día de su festividad.
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