martes, 26 de abril de 2011

RICARDO DE LA VEGA




Madrid, 1.839-1.910. Sainetero.

Fue el continuador del sainete llevado a la cima por Ramón de la Cruz, y utilizaron sus libretos los grandes músicos de la zarzuela de la época, como Chueca, Bretón, Barbieri.
Hijo del comediógrafo Ventura de la Vega. Acertó a plasmar con gran acierto el ambiente castizo de Madrid.
Su gran obra fue el libreto para la zarzuela La verbena de la Paloma, realizada en 1.894.

“Por ser la Virgen de la Paloma. Un mantón de la China, te voy a regalar…”

Fue miembro de la Real Academia de la Lengua.

Escribió otras obras de gran interés para el “género chico”: La canción de la Lola; Los cuatro sacristanes; Providencias judiciales; Los baños del Manzanares; A casarse tocan; Pepa la frescachona …

Era en él bastante habitual poner varios títulos a sus obras, así por ejemplo La verbena de la Paloma la denominó también El boticario y las chulapas ó Celos mal reprimidos.

En la calle Fernanflor, nº 8 se ha colocado una placa en su memoria:


“A Ricardo de la Vega. El pueblo de Madrid. 1.839-1.910”.


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viernes, 15 de abril de 2011

LUIS CANDELAS



LUIS CANDELAS VA AL PATÍBULO.

En el año 1.837, este famoso bandido madrileño, fue condenado a muerte.

Había nacido en Madrid en 1.806, en la calle del Calvario del barrio de Lavapiés. Hijo de un ebanista carpintero que se preocupó bien de la educación de su hijo, que aprendió latín y buena caligrafía. Ya desde pequeño estuvo siempre involucrado en las travesías del barrio y participaba siempre en las famosas “pedradas” entre chulapos y chisperos.

De mozalbete se metió en política y en 1.826 fue denunciado como liberal y tuvo que marcharse a La Coruña primero, a Alicante después y por último a Santander en donde se enamoró de una dama.

Desde Santander se fue a Lisboa en donde cometió algunos robos.

De vuelta a Madrid conoció a una moza zamorana, Micaela Balseiro, y con la intervención de su madre se casó en la iglesia de San Cayetano. Nuevas fechorías le llevan a la cárcel del Saladero en la Plaza de Santa Bárbara y a partir de aquí entraría ya en el mundo de picardía, tretas y desmanes que le llevarían al patíbulo el día 6 de noviembre de 1.837.

Tenía una doble personalidad, ya como “petímetre” ya como “majo” de Lavapiés. Fue una figura novelesca y popular. Un personaje a caballo entre la realidad y la leyenda.

Fue ajusticiado a “garrote vil”, en las cercanías de la Puerta de Toledo, después de serle denegado el indulto que había solicitado a la reina María Cristina. No tenía delitos de sangre. Antes de morir, dirigiéndose a la multitud que presenciaba la ejecución, dijo: ¡Se feliz patria mía!.


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sábado, 9 de abril de 2011

EDUARDO ROSALES.

Libro EFEMERIDES MATRITENSES

El testamento de Isabel la Católica

EDUARDO ROSALES GALLINA. Pintor. Máximo exponente de la llamada pintura de historia. Nació En Madrid el 4 de noviembre de 1.836, en donde murió joven, el 13 de noviembre de 1.873. Segundo hijo de un funcionario modesto. Estudió en los Escolapios y en el Instituto de San Isidro. Fue alumno de Federico Madrazo. En 1.857 se trasladó a Roma, por sus propios medios y sin ayuda oficial y allí fijó su residencia. En 1.868 se casó por poderes con su prima Maximina Martínez Pedrosa y tuvieron dos hijas. En Roma pintó una de sus mejores obras El testamento de Isabel la Católica, expuesto en el Museo del Prado. Obra que presentó en la Exposición Universal de París de 1.867 y le concedieron la Medalla de Oro para extranjeros. Motivo por el cual se le concedió la Legión de Honor. En 1.869 regresó a Madrid, enfermo de tuberculosis y en 1.872 se fue a Murcia una temporada en busca de un mejor clima para su enfermedad. Al proclamarse la I República, le ofrecieron la dirección del Museo del Prado o de la Academia de España en Roma, cargos que no pudo aceptar por su estado de salud. Pintó también acuarelas. Su pintura se caracteriza por el purismo y el realismo y por su pincelada suelta se aproxima al impresionismo.

sábado, 2 de abril de 2011

EL CÓLERA Y LA PESTE

Corre el año 1.834 y otra vez los madrileños sienten en sus carnes el mazazo de la epidemia. Esta vez el cólera, que alcanzó niveles también desproporcionados, repitiéndose las escenas patéticas, como se desprende del cuadro pintado por Ramón Pulido Fernández, titulado: Profanación del templo de San Francisco el Grande de Madrid el día 17 de julio de 1.834, durante la epidemia del cólera. Quizás sea el momento de recordar una frase tristemente popular y bien conocida en las zonas humildes, aquella frase del ¡Agua va!. Detrás de los palacios y casas suntuosas aparecía la otra cara, la de la ciudad sucia, en la que apenas existían sumideros ni alcantarillas, tan imprescindibles para la limpieza, por lo que subsistía el peligro de infecciones y epidemias. Y con frecuencia las calles se convertían en charcos de inmundicias que se arrojaban por las ventanas con la frase indicada, bien recogida en esta coplilla popular: “Con el agua de fregar, El tabernero o su mozo Suelen poner que es un gozo a quien acierta a pasar”. Durante mucho tiempo la epidemia, ya fuese peste, cólera o fiebre amarilla, fue una preocupación constante en la vida de las gentes, sobre todo en el siglo XIX que se inició una violenta erupción de peste en el sur de España, y una y otra vez sonaban las alarmas en los caminos anunciando su avance. En Madrid se pusieron en marcha una base de medidas, entre ellas la implantación de la cuarentena, consistente en alojar a las personas que llegaban de zonas afectadas en dos lugares de la periferia. Concretamente se habilitaron para ello la ermita de Getafe y la ermita del Cerro de los Ángeles. Una para los que llegaban ya enfermos y la otra para los que estaban bien. Estos últimos si después de cuarenta días no daban señales de enfermedad se les proporcionaba un salvo conducto. Los enfermos ricos tenían que pagarse ellos mismos la curación, los pobres se hacía cargo de los gastos la Beneficencia Municipal. En Madrid, en 1.800, además de estas medidas se establecieron rigurosos turnos de vigilancia de las puertas principales de la cerca, estos turnos se efectuaban por los vecinos bajo lista. Los Portillos, Cuesta de la Vega, la Campanilla y el Espaldón de las Vistillas, se tapiaron hasta 1.805, que por orden real se levantaron las precauciones establecidas. En el año 1.599, la peste había causado una gran mortalidad que alcanzó el 15% de la población que supuso una nueva época en la historia de la demografía castellana. En 1.664 se repetiría la escena y cuentan las crónicas que no daba tiempo por el día a enterrar los muertos de la noche. .