viernes, 25 de abril de 2014

FERIA DEL CAMPO DE MADRID




Con la denominación oficial de I Feria Nacional del Campo fue inaugurada en la Casa de Campo de Madrid, el día 20 de mayo de 1.950, este evento que fue organizado por las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos, y tendría carácter bianual, para lo cual todas las provincias de España construyeron su pabellón representativo.

Estos pabellones aún perduran en su mayoría y son una clara muestra de la arquitectura propia de cada provincia e incluso algunos de ellos son monumentos que fueron traídos piedra a piedra y reconstruidos in situ con fidelidad meridiana como eran en su lugar de origen. Muchos de ellos siguen dando servicio, en la actualidad, principalmente como restaurantes de lujo.

Dado el enorme prestigio que adquirió en su primera edición, tomó carácter internacional en 1.953, y se mantuvo vigente hasta 1.975, sumando 10 ediciones.

Se efectuaban concursos ganaderos con ejemplares excepcionales, se exponían los últimos modelos de la maquinaria agropecuaria y aperos de labranza; se degustaban productos típicos y se efectuaban exhibiciones del folklore de cada provincia.

 Las ferias madrileñas tienen su origen en las dos ferias anuales que el monarca Juan II dotó a la villa de Madrid el día 18 de abril de 1.447, mediante privilegio que desagraviaba a la Villa por arrebatarla dos pueblos.

Alfonso XIII, cedió a la Asociación de Ganaderos del Reino, la zona de la Casa de Campo, entre el arroyo Meaques y la carretera de Carabanchel, para la exposición y concurso de ganados, entre 1.925 y 1.930. La Casa de Campo pertenecía a la corona desde su adquisición por Felipe II hasta 1.931 que la II República la declaró como parque público.

Las primitivas ferias tenían un carácter  campesino, pero poco a poco se fueron transformando  y como recogen las crónicas: “…También se venden perlas como pollas, y como rica seda, verde esparto, camas de campo y coberteras de ollas…”

Lope de Vega las llamó: “Notable revoltijo, donde se unía lo nuevo a lo viejo, motivo para la salida de paseo, el encuentro de damas y galanes, la compra, el obsequio, el celestineo, el enredo y hasta la tragedia…”



                            Pontevedra. Despues La Casiña y ahora Balcón de Griñón

                                                      Barcelona. La Massía

                                                     Madrid. Ahora de la Cámara Agraria

                                       Santander. Ahora Departamento de la Policía


 Burgos.

jueves, 3 de abril de 2014

RIO MANZANARES






El aprendiz de río que en su día denominara en mofa el genial Quevedo, ha sido con frecuencia un punto de referencia para el pueblo de Madrid desde que  los primeros pobladores de la zona se asentaran en su terraza hace ya unos trescientos mil años, como lo demuestra el hecho de que en febrero del año 1.953 arqueólogos del Seminario de la Universidad de Madrid descubrieran en las cercanías de Madrid, en las proximidades a la localidad de Vaciamadrid,  instrumentos de piedra y restos fósiles de animales que pueden pertenecer a un campamento de cazadores de elefantes con una antigüedad aproximada a unos 300.000 años.

Desde la edad media ha sido también, con frecuencia, tema central en crónicas de la Villa:
Así por ejemplo, en el año 1.434 sus aguas normalmente apacibles, debido a las intensas lluvias caídas, produjeron un desbordamiento, llevándose casas y molinos, originando unas pérdidas altamente significativas.
En 1.783, por orden de Carlos III, Juan de Villanueva construye unos lavaderos cerrados a la orilla del Manzanares para proteger de las inclemencias del tiempo a las sufridas lavanderas. Se construye también una acequia para que llevara agua limpia a las lavanderas, y se pone en práctica una reglamentación para usar el río para molinos, baños y lavaderos.
En 1.950, una notificación del Ayuntamiento del día 8 de julio, prohibía al vecindario bañarse en el río.


Desaparecida está la popular piscina de la Isla, ubicada exactamente en medio del cauce del río, a unos cien metros aguas arriba del Puente del Rey. Su aspecto exterior simulaba la silueta de un barco. Contaba con una pasarela de acceso, especie de puente, desde la orilla del río hasta su entrada principal. Sus instalaciones interiores contaban con tres piletas, una servía para recogida y saneamiento  del agua procedente del caudal; la pileta central servía como piscina de invierno y la tercera pileta como piscina de verano, cariñosamente llamada “la de fuera”, que disponía de una zona amplia de expansión. Contaba también con un solárium para mujeres en la parte alta, en la estructura que simulaba la chimenea del “barco”; los hombres también tenían el suyo.




 Lina Gestal, con uno de los trofeos ganados en la piscina con el club de natación Isla, en 1.954


Fragmentos literarios:

 Lope de Vega, en el verano de 1.628, escribía: ”Aquí no hay más entretenimiento que el río, tan menguado que parece que le han bajado la mitad del agua…”.
Cervantes, en su obra La gitanilla, dice: “Entre pobres y aduares, ¿cómo nació tal belleza?, ¿cómo crió tal pieza el humilde Manzanares?.
Quevedo, además de la definición de “aprendiz de río” citada al principio, dijo: “Tiéneme del sol la llama / tan chupado y tan sorbido, / que se me mueren de sed / las ranas y los mosquitos”.   “… más agua trae en un jarro de vino de vino cualquier cuartillo…”.

Desde el punto de vista de sus aguas para el consumo ciudadano en la Villa de Madrid, hay que decir que nunca han podido ser aprovechadas, ya que su cauce se desliza por esta zona por una cota muy por debajo del nivel de asentamiento de la población, lo cual tampoco permitió construir norias al tipo de otras localidades. El consumo de agua de los madrileños procedía de las fuentes naturales y sobre todo del arroyo de San Pedro, que discurría por el barranco que es hoy la calle de Segovia
Sus puentes históricos, su canalización y la obra más reciente denominada “Madrid río”, serán temas para otra ocasión.


El río Manzanares nace en la Sierra de Guadarrama, en el llamado Ventisquero de la Condesa, cerca de la Bola del Mundo. Afluente por la orilla derecha del río Jarama, tributarios del Tajo. Desemboca en el municipio de Rivas-Vaciamadrid, después de un recorrido de 92 km.


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