viernes, 29 de abril de 2016

YO LEI EN EL QUIJOTE



        Los hermanos Paquito y Emiliuco Jorrín, en la escuela de Salces (Cantabria), hacia 1947

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su herencia…

Con estas sencillas palabras comenzó don Miguel su magistral narración entre la realidad y la fantasía. Con  sosiego, en un lugar apacible, con la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu,  grandes partes para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento.

Narración que resultó ser uno de los libros que hay que leer profundamente, inmerso en su época, crisol de la vida misma, de una manera sencilla y al alcance de todos.
Es la historia de un hidalgo manchego, don Alonso Quijano el Bueno, al que los libros de caballería le trastornaron y decide recorrer España en compañía de su escudero Sancho Panza, para deshacer entuertos y socorrer a los necesitados.

En palabras de J. Givanel Mas, a más de uno, siendo adolescente, su lectura le hacía soñar en cosas fantásticas y extravagantes, y las páginas admirables de esa sublime producción le parecían pesadas y ñoñas; joven ya, las escenas descritas en la fábula cervantina le movían a risa; pero más tarde, conocedor del ser humano, vislumbró en el libro la extraña manía de introducir  lo futuro en lo presente.

Su estilo sonoro y pulido y la viveza del colorido deleitan al lector.

Don Quijote es el caballero, el perfecto tipo de esa clase orgullosa de sus pergaminos, de historia pasada, idealista y soñador. Sancho Panza, es interesado y rechoncho. Seco de carnes y enjuto el rostro, su amo, todo abnegación y sacrificio, en defensa de un ideal elevado y noble; el escudero, comilón, feliz en la comida, leal, analfabeto y un tanto egoísta, con experiencia cotidiana del sentir del pueblo, el apego al terruño y con la sabiduría del sentido común;  ilustrado aquél, y todo en un enorme contraste, pero magnífico a la postre.

Don Quijote es desprendido y dadivoso, no conoce el abatimiento ni el descanso, lucha contra los poderosos enemigos y siempre se le ve impregnado de amor a lo grande, a lo sublime, a lo que no fenece.

Lord Byron, escritor inglés, dice que ante el placer de leer el Quijote en su propia lengua, desaparecen  los demás placeres. Van-Effen ve en esa producción el mejor estudio para enseñar la imaginación y cultivar el juicio.

Quizás sea oportuno traer a colación, aunque de forma muy somera, que la lectura del  Quijote, en las escuelas, ha sido recomendada e incluso obligada por diversas disposiciones del Estado, a través de los tiempos, desde 1.856.

En 1906 aparece una Real Orden en la que se declara que los maestros en sus ejercicios de lectura utilizarán la obra de Cervantes.
En 1.920 en otra Real Orden del 6 de marzo, se declaró la obligatoriedad de la lectura de El Quijote, en todas las Escuelas Nacionales, durante el primer cuarto de hora de la clase y que los maestros deberían explicar el significado de los pasajes leídos.
En 1.970, con la entrada en vigor de la Ley General de Educación, acabó, entre otras cosas, con un ciclo centenario de la lectura del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en las Escuelas.

De esta forma un sinfín de personajes, llenos de cultura letrada y cultura popular, que tomaban vida a través del relato, ingenioso y edificante, ajustado a la época, a través de la pluma más brillante de todos los tiempos, desaparecieron de los pupitres escolares y cayeron en el olvido, sobre todo en las escuelas de pueblo, y la lanza, pasó definitivamente a coger polvo en el astillero o percha donde se colgaban las armas:

. Don Quijote de la Mancha nombre idealizado de un caballero manchego de nombre Alonso Quijano y con su apelativo de “El bueno”. Un gran idealista, defensor de las causas ajenas y en especial defensor de los débiles, defensor también  del honor y del amor, conceptos todos ellos que aparecen permanentemente en su gigantesca obra.
. Rocinante. Caballo de Don Quijote, que primero fue rocín o caballo de poca estampa. Él le puso este nombre porque le parecía el más adecuado para un caballero. Cervantes le describe como rocín flaco y dice “aunque tenía más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban.”.Don Quijote sigue el rumbo que desee Rocinante en busca de sus aventuras.
. Sancho Panza. Su escudero fiel y amigo muy leal, su vecino y labrador de buen corazón. Intenta permanentemente en que su amo entre en razón y muy obsesionado con el ofrecimiento para ser Gobernador de la Insula Barataria.
. Teresa Panza, mujer de Sacho y su hija Sanchica
. Rucio. El asno de Sancho Panza, noble y muy querido por su amo.
. Pedro Pérez. El cura. Licenciado en la Universidad de Sigüenza, amanta de los libros de caballería. Ideo la quema de los libros de  don Quijote.
. Dulcinea del Toboso. Amor platónico de don Quijote. Personaje ficticio. Inspirado en Aldonza Lorenzo, labradora y vecina de don Alonso Quijano.
. El ama de llaves y la sobrina, Antonia Quijana. De más 40 y  menos de 20 años respectivamente. Ejecutoras materiales de la quema de los libros.
. Maese Nicolás. El barbero, muy amigo de don Quijote.
. Pedro Alonso. Labrador del pueblo.
. Antonio, el mozo del rabel, que bebía los vientos por Olalla.
. Mercedes. Una pastora muy guapa.
. Juan Palomeque, el zurdo, el ventero que armó caballero a don Quijote en su venta.
.La Maritormes. Criada de Palomeque que servía comidas en la venta. Moza asturiana que don Quijote llamaba  “madama”.
.  Dorotea. Joven y bella que se hacía pasar por la princesa Micomicoma.
. Luscinda. Que tenía enamorado a Cardenio. La pretendía don Fernando pero que éste se casó con Dorotea.
.  Cardenio, desdichado y con mal de amores, vivía vagabundo por Sierra Morena.

. Sansón Carrasco, el bachiller, que se hace pasar por el caballero de los Espejos y por el caballero de la Blanca Luna. Es un joven optimista y estudia a Aristóteles.


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sábado, 9 de abril de 2016

EL DIA DEL LIBRO





El libro es el mejor amigo del hombre. Seamos los mejores amigos de los libros.


En el histórico día 23, se celebra en toda España, el  Día del Libro.  Día también denominado del Libro y de la Rosa, por la tradición muy arraigada en Barcelona, en su festividad de San Jorge, patrón de  Cataluña, de que toda mujer, independientemente de su condición social y  cultural, puede y debe ser obsequiada con una flor roja, tradición que ya es centenaria,  la cual fue  instituida por  el Parlamento  Catalán a mediados del s.XV, concretamente en el año 1.456

                                                   23 DE ABRIL
       
Coincide con la rememoración de la muerte en Madrid de don  Miguel de Cervantes Saavedra, en su casa en la calle Cantarranas (hoy Lope de Vega),

Efemérides que este año tiene la connotación muy especial de cumplirse el cuarto centenario.

               
 Agonía de Cervantes, por Cano dela Peña, en el Museo de BBAA Sevilla.

El conocido en la historia  como "El Manco de Lepanto",  nació en el año 1.547.
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Murió un viernes día 22 de abril del año 1.616 y enterrado al día siguiente sábado 23 que es la fecha que ha pasado a los libros como efemérides, que es la fecha que figura en los documentos de la Iglesia San Sebastián, parroquia a la que pertenecía.

El inmortal escritor español, uno de los máximos valores de la literatura universal, fue enterrado en el olvido más absoluto en el Convento de las Trinitarias Descalzas, ya que según los  estudiosos  de  la  agitada  vida del genial  autor del  Quijote, la  obra literaria más traducida en el todo el mundo, después de  la Biblia,  asistieron a su humildísimo sepelio solo diez personas.

La Venerable Orden tercera, se hizo cargo de su enterramiento, amortajado con el modesto sayal franciscano y en un sencillo ataúd de madera, acompañado,   eso sí, por los hermanos franciscanos, bajo el repicar de las campanas como mandaba el ritual de la Orden.

Es el tiempo en que la reina doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III, mujer piadosa   y   protectora   de   los   pobres,   fundó   en   Madrid   el   Real   Monasterio   de   la Encarnación, inaugurado en el año 1.616, siguiendo también el espíritu recogido en el llamado “Estatuto de Corte”, por el cual proliferaron en la Villa y Corte las Órdenes religiosas, pues a todas las entró como una necesidad vital de abrir Casa en Madrid, salvo perjuicios de perder influencias. De hecho la Corte poseía en la época de los Austrias   más   demedio   centenar   de   conventos,   algunos   de   los   cuales   de   gran  importancia en el ámbito de la nobleza.

El proyecto de este monasterio de la Encarnación se le atribuye a fray Alberto de la Madre de Dios y la obra de construcción fue dirigida por el arquitecto Juan Gómez de la Mora. Es de Monjas agustinas recoletas, institución a la que pertenecieron damas de la alta nobleza.

El edificio de estilo herreriano, cumple la triple faceta de convento, iglesia y museo y en su jardín se erige la estatua erguida de Lope de Vega, situada en la plaza a la que da   nombre.   Dispone   de   una   buena   colección   de   pintura,   con   obras   de   Pantoja, Carducho, José Ribera, Antonio Pereda, Lucas Jordán, Gregorio Fernández... Cuenta también con un buen número de objetos litúrgicos de valor.

Conserva en sus instalaciones varias reliquias, entre ella una pierna y un pie de Santa Margarita, parte del corazón de San Felipe Neri, un trozo del Lignum Crucis. Pero lo más importante y conocido es el relicario que contiene la sangre de San Pantaleón.


Cada 27  de  julio se  produce el  milagro  de  su licuefacción,  con  la  carga  emotiva adicional de que vendrán catástrofes cuando no se produzca la transformación.


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