Emilio Jorrín con su nieto Pablo tañendo el rabel
La diversidad hispana es evidente y se manifiesta
desde los primeros tiempos ya que conviven en el territorio diferentes etnias
con su diversidad de creencias y tradiciones, como se ha comprobado por las
huellas halladas desde la Prehistoria, cuando la península se ofrecía como un
muestrario de razas y culturas diversas, pero al mismo tiempo como una
convergencia en la que se van aleando todas ellas.
Otra de las evidencias de esta diversidad la
encontramos fehacientemente en el folklore o cultura tradicional de los pueblos
con su enorme abanico de manifestaciones varias.
Esta riqueza folclórica de España, tiene razones
históricas de fondo que lo explican, ya que ha sido un país en el cual han
convivido a través de su historia, pueblos y culturas muy diferentes: Íberos,
celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bárbaros del norte (suevos,
vándalos, alanos, godos o visigodos) y árabes,
que han dejado sus huellas claras y concretas.
Las peculiaridades regionales, derivadas de la
variedad geográfica y climatológica, junto a las razones de tipo histórico e
incluso de tipo étnico, constituyen un panorama muy ámplio y variado, lo que
hace muy difícil descifrar la riqueza folclórica de España, y no tiene nada en
común, por ejemplo, el folclore del sur, enriquecido con aportaciones árabes y
gitanas con el folclore del norte, de origen también remoto y desarrollado en
un ambiente geográfico tan diferente.
El folklore, por su antigüedad y su
belleza nos proporciona admiración y placer al mismo tiempo, y por sus
cualidades estéticas le hacen ser muy apreciado.
Su vistosidad, su colorido, nos ayudan también a
valorar su indiscutible importancia.
Su resistencia al paso de los siglos, le dan el
valor añadido de duradero, y en la actualidad continúa siendo una muestra
evidente de la riqueza cultural de nuestro país.
El folklore, es el respiradero de los
pueblos, el espacio por el que fluye su caudal creativo. La música, es el fluido
que lo alimenta y el cordel que une la artesanía con el vestuario, la
gastronomía, los ritos festivos, la literatura oral...etc.
La cultura tradicional, el folklore, le ha servido
al hombre, a través de los tiempos, para expresar sus sentimientos más íntimos
y que ha estado vinculada siempre a los acontecimientos más importantes de su
vida, en consecuencia, con el medio ambiental y geográfico de su habitat, así
como con el momento histórico que le tocó vivir, y lo ha hecho con amor desde
lo más profundo de su corazón.
La cultura tradicional o popular, emana de la propia
inventiva del pueblo y el peso de las tradiciones es el espíritu de cada época,
sus usos y sus costumbres, inspirado también en la naturaleza misma. Es por
tanto la esencia de los pueblos; es su mejor seña de identidad.
En definitiva, la cultura tradicional, es una de las
actividades más importantes en la vida del hombre, y las debe tener asumidas
como pauta de comportamiento cívico, sin que ello suponga ni un ápice de
refreno en su afán de progreso.
El estudio de estas manifestaciones populares,
constituye una ciencia que hoy conocemos como folklore, vocablo de origen inglés pero aceptado por todas las
lenguas, compuesto por Folk (pueblo, raza) y Lore (ciencia, saber), lo que
significa por tanto: saber del pueblo, saber popular.
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